¿Pensabas que la generación más digital de todas encontraría el amor deslizando el dedo? Pues resulta que no. Los Zoomers —es decir, los nacidos entre 1997 y 2012— están dándole la espalda a las apps de citas tal y como las conocíamos. Aunque crecieron con móviles en la mano y Wi-Fi en el aire, no quieren más relaciones superficiales ni swipes infinitos. Buscan algo distinto, algo auténtico… ¿el principio del fin o la evolución inevitable del amor digital?
Bye bye swiping: la fatiga romántica digital
Durante más de una década, las apps de citas como Tinder, Bumble y Hinge han transformado por completo la forma en la que nos conocemos, flirteamos y formamos parejas. Pero según los últimos estudios realizados por el Kinsey Institute y DatingAdvice.com, sólo un tímido 21% de los jóvenes de la Generación Z afirma usar estas plataformas como su método principal para conectar con otros. De hecho, un abrumador 58% prefiere encontrarse cara a cara, al estilo old school.
Este giro no es un simple capricho: responde a una combinación de distintos factores. Primero, el coste económico y emocional. Entre suscripciones premium y citas que vacían el monedero de forma peligrosa para una generación financieramente estresada, la experiencia ter mina resultando menos atractiva. Y segundo, la falta de autenticidad. Como explica el psicólogo Justin Lehmiller, para muchos jóvenes basta unos minutos en una app para notar que la conexión suele quedarse en la superficie.
El desgaste es real. Para Rae Weiss, coach de citas y parte de esta generación, el proceso de deslizar es «transaccional, agotador y demasiado ensayado». Tanto es así que el fenómeno ha generado un dating burnout generalizado, donde reina la sensación de que cualquier conversación se puede descartar por la promesa de una nueva a solo un swipe más de distancia.
Reinvención o extinción: el nuevo enfoque de las apps
Pero si pensabas que esto era el certificado de defunción para las apps de citas, piensa otra vez. En lugar de desaparecer, están mutando. Empresas como Match Group (matriz de Tinder y Hinge) están rediseñando sus plataformas para alinearse con las nuevas prioridades de esta generación. ¿La estrategia? Apostar por funciones más divertidas, espontáneas y con más intención.
Por ejemplo, Tinder ha lanzado una opción para dobles citas, muy popular entre usuarios menores de 29 años, mientras que Hinge —claramente enfocado a relaciones serias y conocido por su lema “la app diseñada para ser borrada”— ha implementado límites activos que exigen responder o cerrar conversaciones antes de poder seguir emparejando. Estas medidas están pensadas para evitar el «scroll eterno» y fomentar interacciones más significativas.
Además, nuevas plataformas están sabiendo leer las tendencias y aprovechar el hueco que dejan las apps tradicionales. Un ejemplo claro es Feeld, una app inclusiva que acoge desde relaciones abiertas hasta vínculos no monógamos éticos o exploraciones identitarias. En el primer trimestre de 2025, Feeld superó las 841.000 descargas, el mayor número en su historia gracias en gran parte a la afluencia de perfiles de la Generación Z. En palabras de Ashley Dos Santos, ejecutiva de la app, «esta generación está redefiniendo las conexiones humanas con un enfoque en apertura, autenticidad y diversidad».
No se trata solo de una búsqueda romántica: también influye la identidad. Un informe de 2024 del PRRI reveló que casi el 30% de la Gen Z se identifica como parte del colectivo LGBTQ+, cifra que contrasta notablemente con apenas el 4% entre los boomers. Esta fluidez también ha potenciado el uso de apps como Grindr, que ha experimentado un aumento pronunciado en engagement, al punto de registrar más de 130.000 millones de chats solo en 2024. La app planea incluso integrar un “AI Wingman”, una especie de asistente digital para mejorar las conversaciones.
El futuro de ligar es híbrido (y más real)
La Generación Z no rechaza la tecnología, lo que no quiere es falsedad. Como apunta la matchmaker Alexis Germany Fox, «el swipe ha quedado anticuado» y la clave pasa por integrar experiencias offline: desde eventos locales hasta funciones que fomenten vínculos reales. Piensa en cómo LinkedIn resalta tus contactos en común para dar contexto —eso, pero en clave romántica.
¿Y qué podemos esperar en los próximos años? Un ecosistema digital que se aleje de los algoritmos inertes y apueste por conexiones humanas más profundas. Las apps tendrán que facilitar el salto del chat a la cafetería, con herramientas interactivas, eventos presenciales y entornos donde conocer a alguien no se sienta como aplicar a un trabajo.
En definitiva, no es que la Generación Z haya dejado de buscar el amor, sino que quiere hacerlo a su manera: con menos filtros, más verdad y, por qué no, algo de magia en el proceso. El corazón digital sigue latiendo, pero con otro ritmo.