La Unión Europea acaba de subir el nivel en su batalla por un internet más seguro para los más jóvenes. En el marco de la Ley de Servicios Digitales (DSA), la Comisión Europea ha presentado nuevas directrices específicas para proteger a los menores en plataformas online. Además, el anuncio viene acompañado de una herramienta revolucionaria: un prototipo de verificación de edad que se probará en cinco países europeos, incluyendo España. ¿Estamos al borde de un cambio radical en la manera en que los menores interactúan con el mundo digital?
Un blindaje digital para los más jóvenes
En un entorno cada vez más digitalizado, donde plataformas como Instagram o TikTok se han convertido en el epicentro de la vida social de muchos adolescentes, resultaba urgente aplicar medidas que delimiten claramente la frontera entre entretenimiento y riesgo. La Comisión Europea, consciente del impacto que los diseños adictivos y los algoritmos sin control pueden tener en la salud mental de los menores, ha sacado músculo legislativo con directrices enfocadas a cuatro puntos esenciales.
Primero, pone el foco en los mecanismos de diseño adictivo, como las rachas que premian la actividad continuada en ciertas apps o los iconos de confirmación de lectura, que generan ansiedad por contestar al momento. Seamos sinceros, ¿quién no ha sentido la presión de responder tras ver ese doble check azul?
Segundo, se abordan medidas contra el ciberacoso o ciberbullying, pidiendo a las grandes plataformas que simplifiquen el bloqueo o silenciado de perfiles, prohíban capturas de pantalla y eviten la descarga de contenido potencialmente íntimo. Ideas poderosas que, si bien parecen sacadas del repertorio de privacidad de Signal, resultan urgentes y necesarias.
Privacidad, contenido sensible y control de cuentas
El tercer eje de estas directrices es el control del contenido potencialmente dañino. Aunque se respeta que los usuarios menores puedan decidir qué tipo de contenido desean evitar, la responsabilidad final recae en las plataformas, que no deberán volver a recomendar material similar. Esto abre la puerta a algoritmos más inteligentes y conscientes del impacto que pueden tener en audiencias sensibles.
Y por último, se aboga por que las cuentas de menores sean privadas por defecto, una decisión que busca reducir el contacto no deseado con desconocidos. Siguiendo la lógica de privacidad que ya defienden desarrolladores como los de Apple en su ecosistema iOS, estas configuraciones predeterminadas podrían convertirse en una norma a nivel europeo.
Este empujón normativo llega tras investigaciones como la que Bruselas lanzó sobre TikTok por supuestas prácticas adictivas, como el «efecto madriguera», donde el algoritmo arrastra al usuario hacia contenido cada vez más extremo. Este fenómeno recuerda a los algoritmos de recomendación usados en plataformas como YouTube, que con sus reproducciones automáticas pueden encadenar contenido durante horas. La diferencia ahora es que, con estas directrices, las reglas del juego están cambiando.
Una verificación de edad respetuosa con la privacidad
Una de las novedades más prometedoras es el prototipo de aplicación para la verificación de edad, diseñado para permitir comprobar si un usuario tiene más de 18 años sin revelar información personal adicional. Esta solución se probará inicialmente en cinco países europeos: España, Francia, Italia, Grecia y Dinamarca. La propuesta busca ofrecer acceso a contenido restringido solo a quienes tienen la edad adecuada, sin entrar en detalles invasivos. Es decir, algo como una “clave digital” que autentica la edad sin comprometer la identidad del usuario.
Henna Virkkunen, vicepresidenta ejecutiva de la Comisión a cargo de Soberanía Digital, ha dejado claro que las plataformas ya no tienen excusa para evadir responsabilidades. Las nuevas normas llegan con una advertencia clara: proteger a los menores en Internet no es opcional, es un deber.
Este paso se suma a los esfuerzos de varios gobiernos europeos, como España, Francia y Grecia, que recientemente presentaron una propuesta conjunta para establecer una edad mínima de acceso a redes sociales. El objetivo no es demonizar la tecnología, sino adaptarla a una realidad donde los riesgos crecen tan rápido como las innovaciones.
Y es que en una época donde cada click deja rastro y donde las IA pueden predecir lo que vamos a ver antes de que lo sepamos, es crucial centrar los esfuerzos en crear un entorno digital más amigable, especialmente para quienes aún están formando criterios. Como decía uno de los lemas clásicos del mundo tech: «Con gran poder, viene una gran responsabilidad». Ahora, Europa quiere asegurarse de que las plataformas también lo entiendan así.