El lanzamiento de los iPhone 17 Pro y Pro Max venía cargado de hype por su potencia, su diseño pulido y sus cámaras de infarto; sin embargo, la conversación se ha girado hacia un punto inesperado: los arañazos que algunos usuarios están viendo demasiado pronto. La comunidad ya lo ha bautizado como “Scratchgate”, y no es casualidad, porque el tema ha prendido con fuerza en redes. ¿Está a la altura de un móvil que roza —e incluso supera— los 1.200 euros?
Qué es “Scratchgate” y qué reportan los usuarios
El caso es directo: compradores de los iPhone 17 Pro y Pro Max han empezado a compartir fotos y testimonios de marcas visibles en la pantalla, en el panel trasero y hasta en la zona de las lentes, a pesar de un uso que describen como normal. En Twitter e Instagram se acumulan publicaciones con el hashtag del momento, donde se aprecia que algunos arañazos aparecen a los pocos días o semanas, algo que, para muchos, no encaja con lo que esperan de un dispositivo premium.
La polémica es especialmente sonada porque Apple presume del Ceramic Shield en el frontal, un material que la compañía posiciona como más resistente a golpes que otros cristales del mercado. Sin embargo, los mensajes de los usuarios han encendido el debate clásico entre resistencia a caídas y resistencia a arañazos, dos propiedades que no siempre avanzan de la mano. Además, la trasera de cristal —clave para la carga inalámbrica— y el chasis se han puesto bajo la lupa en cuanto a su durabilidad en el día a día, sobre todo cuando el móvil reposa en mesas, mochilas o bolsillos con otros objetos.
La conversación, amplificada por creadores y reviewers, ha escalado rápido. Incluso voces influyentes del mundo tech, como Marques Brownlee, han apuntado que, pese a un rendimiento sobresaliente, la aparición de rayaduras empaña la experiencia global. Y cuando el precio y las expectativas están tan arriba, el debate se vuelve inevitable.
La respuesta de Apple y qué puedes hacer si te afecta
Apple ha reconocido que existen reportes de marcas en pantalla y parte trasera, y, aunque señala que los arañazos pueden darse bajo ciertas condiciones, insiste en su compromiso con la calidad. La compañía recuerda que los iPhone están cubiertos por la garantía estándar y anima a quienes vean daños significativos a acudir a una Apple Store o a un proveedor autorizado para una evaluación del caso.
En paralelo, su recomendación pasa por utilizar un protector de pantalla y, si procede, una funda que minimice el contacto con superficies. Esta propuesta ha generado sentimientos encontrados: algunos valoran la medida preventiva; otros consideran que un teléfono de este nivel debería aguantar el uso cotidiano sin accesorios adicionales. De hecho, la pregunta que flota en la comunidad es si un tope de gama debe venir acompañado de extras para evitar marcas en un manejo normal.
Si ya te ha ocurrido, la hoja de ruta es clara y oficial: evaluación en servicio técnico, valorar opciones bajo garantía y, a futuro, adoptar protección adicional. Además, evitar llevar el móvil junto a llaves u objetos punzantes en bolsillos o mochilas ayuda a reducir la exposición a microabrasiones. No hay trucos mágicos ni hacks de laboratorio cuántico aquí; es el enfoque pragmático que sugiere la propia marca, tan sencillo como colocar un buen protector en el primer encendido, al estilo de esas rutinas geek que tenemos con el primer arranque y la configuración de seguridad.
Impacto para la marca, los usuarios y lo que podría venir
Más allá del enfado inicial, “Scratchgate” toca un nervio sensible: las expectativas de quien invierte en un buque insignia. Apple ha construido su reputación sobre la calidad percibida y la experiencia premium; por eso, estos reportes han abierto un debate sobre si el listón se está cumpliendo. En un mercado tan competido, con alternativas sólidas de Samsung, Google o OnePlus, cualquier fisura en la armadura puede inclinar la balanza hacia quien exhiba mejor equilibrio entre diseño, desempeño y durabilidad.
Las redes han sido el altavoz que lo ha multiplicado todo, y ya hay marcas rivales subrayando la resistencia de sus materiales como argumento de venta. Este pulso no es nuevo en la industria tech —igual que cuando discutimos sobre eficiencia de chips o rendimiento gráfico—, pero aquí el foco está en el tacto del día a día, en cómo resiste el cristal a microcontactos y superficies menos amables.
Mirando al futuro, la presión pública podría empujar a Apple a revisar procesos y materiales para los próximos ciclos de producto. El objetivo sería recuperar esa sensación de “tanque elegante” que muchos esperan de un iPhone Pro: mantener el Ceramic Shield para golpes, pero optimizar el comportamiento frente a rayones en pantalla y trasera, todo sin sacrificar funciones como la carga inalámbrica. Mientras tanto, los usuarios tendrán que decidir si apuestan por la protección adicional desde el primer minuto o si confían en el soporte oficial si aparece algún problema.
En resumen, “Scratchgate” no es solo un hilo de quejas, es un recordatorio de que en un tope de gama el diablo está en los detalles. Si Apple gestiona bien este episodio —comunicación clara, soporte eficaz y ajustes en diseño y suministro—, la confianza puede reforzarse. Si no, otros estarán encantados de ocupar ese espacio, porque en el mundo móvil cada micrón cuenta, y la comunidad geek no perdona cuando el acabado no está a la altura de su propio benchmark mental.