Si usas tus AirPods a diario, es normal que con el tiempo acumulen polvo, pelusas y algo de cerumen en las rejillas. ¿Quieres que vuelvan a lucir como el primer día sin jugártela con el agua? Aquí tienes una guía clara, directa y segura para limpiarlos y mantenerlos impecables, siguiendo prácticas recomendadas para no comprometer ni el acabado ni el sonido.
Qué necesitas y qué no
Antes de empezar, reúne lo imprescindible: un paño de microfibra suave y sin pelusa (el típico que usas para la cámara o el monitor), bastoncillos de algodón para los rincones, un cepillo antiestático o un cepillo de dientes limpio y seco para las rejillas, y una goma de borrar para pequeñas marcas superficiales. Para la suciedad rebelde, te servirán unas toallitas con alcohol isopropílico al 70% o un paño apenas humedecido con una o dos gotas de agua destilada.
Igual de importante es saber qué evitar: nada de sumergirlos, nada de pasarlos bajo el grifo ni de usar productos químicos agresivos o materiales abrasivos. El objetivo es retirar la suciedad con control y sin introducir humedad en las aberturas. Piensa en cómo cuidas un teclado mecánico: sin líquidos directos y con cepillo suave; con los AirPods, más de lo mismo. Y, como cuando mantienes a raya las pelusas de un puerto USB‑C, aquí también manda la limpieza en seco y con herramientas adecuadas.
Cómo limpiar los AirPods paso a paso
Empieza por lo básico: pasa el paño de microfibra en seco por toda la superficie de cada auricular, con movimientos suaves y sin apretar. Este gesto arrastra el polvo fino y evita microarañazos, algo que un trapo cualquiera no garantiza. A continuación, usa un bastoncillo de algodón para acceder a las hendiduras y los bordes donde el paño no llega; ve con calma y sin introducir presión en las rejillas del altavoz.
Si ves restos pegados en las rejillas, un cepillo antiestático (o un cepillo de dientes limpio y seco) es tu mejor aliado. Realiza pasadas cortas y delicadas para desalojar polvo, pelusas o cera sin dañar la malla. ¿Te molesta alguna marca superficial en el plástico? Una goma de borrar aplicada con suavidad puede difuminarla; después, retira las virutas con el paño de microfibra para que no quede residuo.
Para manchas realmente persistentes, recurre a la limpieza «puntual»: humedece apenas una esquina del paño con una o dos gotas de agua destilada o usa una toallita de alcohol isopropílico al 70%. Pasa esa zona húmeda por el exterior del auricular, evitando que toque las rejillas o las aberturas. La clave es trabajar con la mínima humedad posible, sin que gotee. Una vez acabado, deja que se aireen hasta que estén completamente secos antes de usarlos de nuevo; la paciencia aquí es tan importante como el proceso.
Cuida el estuche y mantén todo impecable
El estuche es un imán de pelusas de bolsillo, así que empieza igual: paño de microfibra en seco por fuera y por dentro, sin apretar. Para los puertos de carga, saca el cepillo de cerdas suaves y retira las partículas con pases ligeros; evita a toda costa introducir líquidos en esa zona. Si te topas con roces o suciedad que no cede, puedes usar toallitas con alcohol o con lejía (tipo Clorox) o un paño con un poco de alcohol isopropílico al 70%, siempre bien escurrido y manteniendo los líquidos lejos de los contactos de carga. Una vez limpio, deja secar el estuche por completo antes de volver a cargar o guardar los auriculares.
La mejor limpieza es la preventiva. Un repaso periódico evita que se acumule la porquería y hace que cada sesión de mantenimiento sea de dos minutos. Truco útil: guarda un paño de microfibra en la misma zona donde dejas el estuche para acostumbrarte a pasarle una pasada rápida a diario. Además, acostúmbrate a guardarlos siempre en el estuche con la tapa cerrada; evita llevarlos sueltos en bolsillos o bolsos, donde abundan el polvo y las pelusas.
Otra fuente habitual de suciedad es… tus oídos. Mantener la higiene de la parte externa de la oreja reduce la transferencia de cera a las rejillas. Si necesitas una ayuda extra, puedes limpiar la zona con una solución casera a partes iguales de peróxido de hidrógeno, aceite mineral y glicerina aplicada con moderación en el exterior. Y si compartes tus AirPods, ten en cuenta que aumenta el riesgo de que se ensucien; si te piden prestarlos, quizá sea mejor ofrecer unos auriculares de diadema más «todoterreno» que tengas por casa.
Con estas pautas, que combinan limpieza en seco, control absoluto de la humedad y herramientas suaves, alargarás la buena presencia y el rendimiento de tus AirPods sin ponerlos en riesgo. ¿Listo para devolverles ese look de Apple Store y mantenerlo en el tiempo? Unos minutos hoy te ahorrarán horas de frustración mañana.