Apple ha soltado la bomba con iOS 26 y su nuevo look Liquid Glass, un lavado de cara que transforma por completo la interfaz del iPhone con paneles translúcidos, capas que flotan y desenfoques que parecen sacados de una demo futurista. Es brillante, es llamativo y es imposible no mirarlo dos veces; sin embargo, la pregunta que nos hacemos en ActualApp es inevitable: ¿es pura pirotecnia visual o un cambio que realmente te conviene instalar hoy mismo?
Qué cambia con Liquid Glass en iOS 26
Liquid Glass sustituye el enfoque plano que llevábamos viendo desde la era de iOS 7 por una estética fluida, con ventanas, widgets y notificaciones que se superponen como láminas de cristal. El resultado es muy vistoso, con una sensación de profundidad que recuerda a la etapa Aero Glass de Windows Vista, aunque con un toque más pulido y acorde a 2025. Además, los widgets parecen flotar de verdad sobre el fondo, con transiciones que se difuminan y dan coherencia al conjunto.
Este giro no es un simple tema de iconos: la nueva identidad visual salpica casi todos los rincones del sistema, desde la pantalla de bloqueo hasta las apps del día a día. Si te gusta el diseño expresivo de interfaces como el Material You de Android, aquí encontrarás esa ambición de hacer que todo el sistema «respire» a la vez. De hecho, la sensación general es que el iPhone se siente distinto con solo desbloquearlo.
Ahora bien, semejante cambio de paradigma implica una curva de adaptación y un mayor margen para que aparezcan aristas en la experiencia. Cuando tocas el esqueleto visual de todo el sistema operativo, es normal que afloren detalles que necesiten pulido en las primeras semanas, y eso condiciona la decisión de actualizar en el día uno.
Lectura y accesibilidad: la cara B del efecto cristal
Las transparencias oxigenan la interfaz y le sientan de lujo a las capturas, aunque no todo son ventajas en el uso real. Los fondos que cambian y las capas translúcidas pueden entorpecer la lectura en situaciones nada raras, como salir a la calle con mucha luz o para quienes necesitan la máxima nitidez de texto y símbolos. En pruebas tempranas se ha señalado que elementos tan cotidianos como el campo de búsqueda en Mensajes y Mail se confunden con lo que hay detrás, lo que reduce el contraste justo cuando más falta hace.
Algo similar puede ocurrir con las notificaciones de la pantalla de bloqueo: el efecto hielo queda bonito, pero obliga a «mirar a través» y hace que la información exija un esfuerzo extra en un vistazo rápido. Apple lleva años abanderando la accesibilidad y ofreciendo ajustes finos para adaptar el iPhone a cada usuario; sin embargo, este nuevo enfoque visual corre el riesgo de complicar el día a día de quienes priorizan claridad y legibilidad por encima de la estética.
En otras palabras, lo que en la keynote luce impecable, en el uso cotidiano puede obligarte a afinar más la vista o a ajustar tu flujo de trabajo. Si tu prioridad es leer rápido, equivocarte menos al tocar y no perderte avisos, conviene tener presentes estas implicaciones antes de lanzarte a instalar.
¿Actualizar ahora o esperar unas semanas?
Más allá del diseño, conviene valorar el comportamiento en la vida real de una gran versión nueva. Con un cambio tan profundo, es habitual que aparezcan fallos iniciales, pequeñas incompatibilidades con apps o consumos de batería algo caprichosos que luego se corrigen con las primeras actualizaciones. También los desarrolladores necesitan tiempo para adaptar interfaces y comportamientos a las nuevas transparencias y capas, por lo que esperar puede ahorrarte tropiezos innecesarios.
Otro punto clave es el reparto de funciones según el iPhone que tengas. Los modelos más veteranos reciben el aspecto Liquid Glass y algunas novedades como Call Screening, pero se quedan fuera de las capacidades avanzadas de Apple Intelligence; nos referimos a herramientas como Live Translation o Visual Intelligence, que aprovecha la cámara para reconocer objetos. En ese escenario, la actualización puede sentirse más «estética que sustancial», porque asumes el cambio de interfaz sin obtener el paquete completo de mejoras inteligentes. Para muchos, ese equilibrio no compensa.
¿Y si tu iPhone sí es compatible con todo el despliegue de Apple Intelligence? Incluso entonces, la recomendación sensata es la misma: esperar un poco para que Apple pula los inevitables flecos del estreno y para que el ecosistema de apps se asiente. La buena noticia es que no hay prisa; Apple te permite quedarte en la última iteración de iOS 18 o dar el salto a iOS 26 durante las próximas semanas o incluso meses, así que puedes tomar la decisión con calma y sin FOMO.
En resumen, iOS 26 es el cambio visual más ambicioso que hemos visto en años, capaz de enamorar a primera vista y, a la vez, de levantar dudas razonables en uso diario. Si te tira la novedad y aceptas posibles bugs, adelante; si prefieres estabilidad, legibilidad y cero sorpresas, darle margen a Apple será la mejor jugada. Entonces, ¿te lanzas al cristal líquido o esperas a que se temple?