Si te pasas por TikTok, seguro que has visto a parejas, amigos o hermanos pegados a una mesa intentando adivinar si el otro miente sobre un objeto oculto. Es el reto de la mentira, un juego viral tan simple como adictivo en el que la gracia está en detectar la verdad a golpe de oído, lógica y nervios de acero. ¿Serás capaz de desenmascarar a quien tienes al lado o te hará un «clickbait» auditivo en toda regla?
La mecánica no tiene pérdida: dos personas se sientan juntas, colocan una barrera entre medias para ocultar sus objetos y anuncian qué tienen delante; ahí está el giro, porque pueden decir la verdad o soltar una trola. Después, se van haciendo peticiones y preguntas para intentar descubrir si lo que cuentan encaja con lo que suena. Es casi un test de Turing doméstico: tú decides si la señal es auténtica o un farol bien ejecutado.
Cómo se juega paso a paso
Primero, cada participante elige un objeto pequeño de la casa, de esos que se pueden esconder sin problema tras un libro, una caja o un par de cojines. Un peine, unas tijeras, un bolígrafo, un zapato, una bebida embotellada o una vela son opciones perfectas. Antes de empezar, cada uno decide si va a decir la verdad o si va a mentir sobre lo que tiene.
Después, sentaos en una mesa uno al lado del otro y levantad una barrera que impida ver los objetos del otro. Vale todo: apilar juegos de mesa, usar un tocho de libros o incluso jugar en el suelo apoyándoos en una pared. Si queréis grabarlo para TikTok, dejad un hueco para apoyar el móvil y que el público pueda ver ambos objetos y seguir la intriga en tiempo real.
Llega la declaración inicial: cada uno anuncia su objeto. Desde ese momento, se alternan turnos pidiendo acciones concretas para poner a prueba la historia del otro. «Pasa páginas», «golpéalo contra la mesa», «ábrelo y ciérralo», «hazlo rodar»… La clave es escuchar con atención si lo que suena coincide con lo que se supone que debería sonar.
Id encadenando turnos hasta que ambos estéis seguros de vuestro veredicto. No hay límite de tiempo ni número fijo de rondas; en los vídeos suele haber 5 o 6 intercambios, pero podéis alargarlo lo que os apetezca. Al final, cada uno dice si cree que el otro miente o dice la verdad, se retira la barrera y se revela el pastel. Quien acierta, gana; quien falla, aprende para la próxima.

Trucos para engañar (y para detectar mentiras)
Si decides mentir, escoge un objeto cuyo sonido se parezca al de otro. Esa similitud es tu escudo. Un clip puede confundirse con una horquilla o una aguja; un tarro de mermelada puede sonar como una vela en frasco; una carpeta rígida puede «imitar» a un libro si la mueves con ritmo y golpeas el canto. Ensaya acciones que generen el sonido correcto: agita, rueda, presiona, golpea o abre/cierra con decisión para que tu historia sea creíble.
Quien dice la verdad también puede jugar: exagerar un gesto, hacer una pausa estratégica o introducir un pequeño error son recursos válidos para sembrar dudas en el rival. Sí, decir la verdad no está reñido con despistar; aquí el meta-juego es real.
Si estás en el lado detective, exprime tus oídos como un micrófono de estudio. Pide acciones que diferencien bien los objetos sospechosos: hacer rebotar una pelota no suena como apoyar suavemente una taza; pasar páginas no se confunde con sacudir una carpeta. Fíjate, además, en la «latencia» de las respuestas: si el otro tarda un poco más en ejecutar algo, puede estar buscando cómo replicar el sonido que ha prometido, como si su ping mental se disparara. También valen las pistas humanas de toda la vida: tono de voz, risas nerviosas, silencios raros; el sonido cuenta, pero el comportamiento habla.
Un apunte final: si mientes, evita peticiones que te pongan contra las cuerdas; redirige el juego hacia acciones que puedas emular con solvencia. Y si investigas, solicita gestos que desenmascaren el material o la forma del objeto. Tu objetivo es convertir el audio en tu algoritmo de verificación.
Variantes y otros retos virales para dos
Aunque empezó como un juego de pareja para comprobar si os leéis entre líneas, funciona igual de bien con amigos, hermanos o en familia. De hecho, su configuración es flexible: ambos pueden mentir, ambos pueden decir la verdad o uno de los dos puede jugar al despiste mientras el otro va de frente. La diversión está en la mezcla.
¿Te quedas con ganas de más? Hay otros desafíos para compartir risas. El «one-handed pick-up challenge» propone levantar a la otra persona con un solo brazo rodeando sus piernas: puede salir dulce… o acabar en carcajada. El «trust my wife challenge» consiste en que uno se sienta con un vaso vacío en la cabeza mientras el otro intenta tumbarlo lanzando un objeto blando; como imaginarás, requiere confianza (y buena puntería). Y el «balance challenge» os pide poneros espalda con espalda, bajar en cuclillas y buscar el equilibrio apoyando una pierna sobre el muslo: podéis sincronizaros de lujo o terminar en el suelo, pero la risa está asegurada.
En resumen, el reto de la mentira es fácil de montar, no necesita más que objetos cotidianos y una barrera improvisada, y funciona a las mil maravillas en vídeo porque el espectador ve lo que vosotros no. Saca tu lado observador, afina el oído como si estuvieras calibrando un podcast y, sobre todo, disfrutad del juego. ¿Listos para el siguiente round?

