Jeff Bezos ha decidido volver a ensuciarse las manos. Según un informe de The New York Times, el fundador de Amazon pasa de la silla del consejo a la trinchera operativa como co-CEO de Project Prometheus, una startup de inteligencia artificial centrada en el mundo físico que, ojo, ha levantado 6.200 millones de dólares antes de enseñar su primer producto. ¿Casualidad o declaración de intenciones? Todo apunta a lo segundo.
¿Qué persigue Project Prometheus?
La propia compañía define su misión como “IA para la economía física”, una frase simple que, sin embargo, marca una frontera clara con los chatbots y los generadores de contenido: aquí la ambición es construir modelos capaces de entender, simular y optimizar cómo funciona el mundo real, desde la aeronáutica y la automoción hasta la computación y la energía. En otras palabras, se trata de pasar de predecir la siguiente palabra a predecir el siguiente comportamiento de una pieza, un robot o una turbina, algo que se parece más al universo de los gemelos digitales que a una ventana de chat.
Esta apuesta no va de un capricho de magnate ni de un experimento de laboratorio. Bezos comparte el timón con Vik Bajaj, un veterano que ayudó a levantar la división de ciencias de la vida de Google y cofundó Verily, además de haber impulsado Foresite Labs antes de centrarse a tiempo completo en Prometheus. El fichaje no es anecdótico: indica que el objetivo es atacar problemas industriales de primera magnitud, donde confluyen ingeniería, datos y mucho sudor de taller.
La plantilla refuerza esa lectura. Prometheus cuenta ya con cerca de 100 empleados y ha atraído talento de primera línea procedente de Meta, OpenAI y Google DeepMind. También se mueve en la misma frontera que otros actores de nicho, como Periodic Labs, que buscan una IA que modele la realidad con precisión física. Imagina modelos que no solo aprendan de texto, sino de sensores, CAD y telemetría industrial, y que luego se ejecuten con aceleración de bajo nivel tipo CUDA para iterar diseños, testearlos virtualmente y enviarlos a producción con menos fricción.
Bezos vuelve al modo operador
Desde que dejó el cargo de CEO de Amazon en 2021, Bezos se mantuvo como presidente ejecutivo, influyendo en las grandes jugadas estratégicas sin llevar el volante a diario. Con Prometheus, sin embargo, abandona el rol de consejero para volver a operar una empresa directamente, algo que no hacía desde hace años. Y lo hace en un terreno donde su experiencia en escalar infraestructuras y procesos podría marcar diferencias, porque la IA industrial no solo exige modelos potentes, también pide cadenas de suministro afinadas, seguridad, cumplimiento normativo y relaciones profundas con sectores tradicionalmente conservadores.

El contexto acompaña. Si la última revolución de la nube la protagonizó AWS al estandarizar cómo desplegamos cómputo, almacenamiento y datos, la siguiente podría definirse por herramientas que diseñan, verifican y validan productos físicos antes de tocar una línea de producción. En ese tablero, la combinación de capital, talento e impulso operativo resulta clave, y Prometheus ha arrancado con las tres. De hecho, la cifra de financiación previa al primer producto sugiere que los inversores compran la tesis de que los grandes avances de la IA no se decidirán solo en el navegador, sino en fábricas, laboratorios y talleres.
Rivales, tensiones y lo que está en juego
La entrada de Bezos no ha pasado desapercibida. Tras hacerse pública la existencia de Prometheus, Elon Musk reaccionó con un “Haha no way, copy 🐈”, una pulla que, más allá del tono, subraya la tensión competitiva en un terreno donde Musk juega con Tesla, Optimus, la robótica de SpaceX y xAI. No es simplemente postureo: los grandes líderes tecnológicos creen que su visión de la IA será la dominante, y en la economía física el ganador se lleva mucho más que cuota de pantalla.
El enfoque de Prometheus apunta a construir sistemas que ayuden a crear cosas, diseñarlas y probarlas con ciclos de aprendizaje más cortos, lo que a la larga podría reconfigurar sectores enteros. Si lo consiguen, cambiará la manera en que concebimos productos complejos, desde un satélite hasta una línea eléctrica, con un impacto que trasciende los benchmarks de NLP y aterriza en variables tan tozudas como coste por unidad, tiempos de validación y tolerancias de fabricación.
Ahora bien, aquí no toca vender humo: todavía no hay producto público, por lo que queda por ver si esta apuesta se convierte en el siguiente éxito de escala tipo AWS o en el experimento más ambicioso de Bezos. Lo que sí está claro es la seriedad del movimiento: un equipo de élite, una financiación sin precedentes y una misión que mira a la base misma de la innovación industrial. ¿Será Prometheus quien encienda la chispa que lleve la IA de la pizarra al torno? La carrera ya está en marcha y, esta vez, parece que el escenario no será la internet de consumo, sino máquinas, laboratorios y factorías donde cada iteración cuenta.

